Existen varios estudios que constatan los crecientes efectos del clima en las infraestructuras de transporte, tanto relacionados con episodios extremos como con procesos de evolución lenta. Las infraestructuras de transporte por carretera no son una excepción, ya que hay elementos de la carretera que se están volviendo más vulnerables al cambio climático en todo el mundo. Solo en España, el 45% de la red principal de carreteras y el 4% de su longitud total se ve afectada de alguna manera por el clima [CEDEX, 2018]. Este impacto afecta a la seguridad y a la funcionalidad de las carreteras, por lo que deben replantearse tanto las estrategias de mantenimiento como el análisis del coste del ciclo de vida. Esto, junto con un buen uso de la inteligencia climática existente, puede aumentar la resiliencia de las carreteras. Una infraestructura de tráfico que funcione bien resulta esencial para la economía y para el bienestar de los ciudadanos.